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UN CHINO, MUY REVOLUCIONARIO

GOTA DE HISTORIA

Las anécdotas, sirven para comprobar que los personajes de la historia, fueron de carne y hueso. Pancho Villa con sus fuerzas tenía sitiada a Mazatlán, Sinaloa, la ciudad y puerto estaba ocupada por las fuerzas federales; los negocios de víveres, la mayoría, estaban manejados por chinos, quienes ante la riesgosa situación, cerraron sus locales, porque había la amenaza que los pobladores asaltaran sus negocios.

Únicamente el Chino Juan, que sie

mpre se caracterizó por ser un hombre bondadoso, mantuvo abierto su almacén, fiaba los alimentos, trataba bien a su clientela, detalles por los que ganó la estimación y cariño de los habitantes.

En aquellos momentos, el Chino Juan comprendió lo que venía y que la lucha entre los dos bandos, podría alargarse, por eso decidió regalar la mercancía a los pobladores para que en sus hogares, pudieran protegerse y tuvieran comida para sobrevivir.

El combate se inició, por horas se cruzaron las balas de los revolucionarios y el ejército gobiernista, al paso de las horas, los federales se fueron replegando hasta registrase la derrota total.

Francisco Villa y sus aguerridos revolucionarios ocuparon la ciudad y reunieron a todos los comerciantes chinos y nacionales, porque habían cerrado sus negocios y el llamado Centauro del Norte, ordenó que todos fueran pasados por las armas.

Los revolucionaros que detenían a los ricos y a quienes les indicaban eran simpatizantes del gobierno y los fusilaban de inmediato, fueron por el Chino Juan, lo llevaron ante Pancho Villa, que en cuanto le informaron era comerciante, ordenó su ejecución.

Ya en el paredón, cuando se escuchaba la orden fatal de ¡ Preparennnn…. Apuntennnnn..!Se escuchó el griterío de un gran número de pobladores, principalmente de los más pobres de la ciudad y puerto que demandaban el respeto por su vida.

Se encararon con el caudillo, le explicaron que el sentenciado a muerte por él, había sido el único que les obsequió comida, tanto a los más desposeídos como a los simpatizantes de su causa… El jefe revolucionario, con los ojos brillantes, que denotaban lágrimas por la emoción… Ordenó, se le respetara la vida y le dieran dinero para reabrir la tienda. ((ARTURO RIOS)


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