"Con rostro de fe"

Las ampollas en los pies dolían. El cansancio era notorio; el frío calaba los huesos y el hambre, hacía que las muestras del agotamiento en el rostro fueran más evidentes.

La fe fue superior. Todo parecía insignificante ante el objetivo de decir: "Misión cumplida". Unos caminaron largas jornadas; otros igual, montados en sus bicicletas, que parecía aminoraban el esfuerzo; sin embargo lo que entró por sus oídos en ellas y ellos, incluso en los niños y ancianos, exhaustos, los hizo olvidar. La música les endulzó el alma en ese recinto que cada 12 de diciembre le hacen honor a "La Morenita".

Era desde aquel auditorio de puertas abiertas, de donde se emitían aquellas notas; un concierto de sinfónicas de la misma Policía Federal, interpretaron villancicos, típicos de la temporada decembrina. Ese lugar de oración, de mandas cumplidas, de promesas por visitar, que está en un rincón de la Ciudad de México y es visitado casi todos los días, en especial en diciembre, La Basílica de Guadalupe, se convirtió en el hogar, en la zona para descanso.

La fe movió a miles de personas, los congregó de diversos estados del país para cumplir su misión de llegar a la basílica. Una vez cumplido su objetivo de llegar. Cada uno guardó en sus corazones la razón que los motivó a recorrer ese difícil o cansado camino; las diferencias económicas entre unos y otros quedaron olvidadas ante la creencia; desde el más humilde hasta el afortunado, fue movido a pedir o rendir tributo a la "Morenita del Tepeyac".

En el lugar había hermosos jardines, flores y la presencia viva del antiguo y original templo de la guadalupana, que muestra su hundimiento e inclinación con el pasar del tiempo. Los danzantes también enmarcan la pluralidad de culturas y muestran su propio esfuerzo; sin importar el clima movían sus cansados pies al son de los tambores.

Un paseo por este lugar de historia, fe y creencia, no debe faltar. Subir y llegar al Cerro del Tepeyac, completa el recorrido obligado. Si se quiere apreciar las panorámicas desde un punto más alto.

La arquitectura, las esculturas y fuentes que acompañan a los paseantes, son ejemplo de nuestras raíces. Las fotografías son opcionales, pero los recuerdos son los que dejan huella para no olvidar el motivo o promesa por el cual se hizo ese largo y pesado viaje, que nos hacen reflexionar que somos parte de esa historia.